Se supone que vivimos en la era de la abundancia. Hoy en día se puede conseguir de todo a golpe de clic. Tecnología y ropa desde Asia a tu casa en un breve lapso de tiempo a precios más económicos de lo que se veía en décadas pasadas.
Pides la camiseta de tu equipo favorito, original o pirata, y esa semana la tienes. ¿Te aburres de ella? Lógico. Si ya tiene fecha de caducidad cuando sale del almacén porque Nike está diseñando las de dentro de dos temporadas.
La cantidad de diseños diferentes que cada equipo tiene por campaña abruma. Nike diseña y fabrica cuatro uniformes distintos anualmente, las famosas Association, Icon, Statement y City editions que nos acaban volviendo majaretas porque son 120 (!) uniformes diferentes los que tenemos que ver en seis meses. Espera, ¿los Pistons son los que van de negro con un logotipo de Jordan?
Hay partidos en los que ciertos jugadores utilizan dos, tres o cuatro camisetas diferentes. Para luego repartir una al primo, otra al amigo del primo y otra de regalo al rapero estrella que ha estado en primera fila viendo el encuentro.
Con las zapatillas es la misma historia. Desde hace más de quince años no es raro ver imágenes de palés enteros de cajas de botas que reciben algunos de los mejores jugadores de la NBA. Muchos de ellos incluso calzan unas para el calentamiento, otras para la primera mitad y otras para la segunda. Si estás cerca de un banquillo puede que cualquier estrella o jugador random te regale sus zapatillas. Porque si no te las regalan acabarán en la basura ya que no dan a basto a estrenar tantos pares.
Fabricar se ha convertido en algo tan fácil y el ansia de consumo es tal que casi todo se trata como si fuera de usar y tirar. Las empresas de equipamiento deportivo, las ligas y los clubes quieren vender todo el merchandising posible y lo que hoy está de moda dentro de seis meses pasará a formar parte de una ‘colección antigua’… que a lo mejor vuelve a ser tendencia dentro de dos décadas. Por los loles. Mira, tío, la camiseta con la que jugaba Arlauckas. Esta noche lo parto en la fiesta.
Cuentan que Beckham quemaba sus calzoncillos una vez que los había usado una vez. No sé si será verdad, pero no me extrañaría. Todos conocemos la sensación de estrenar calcetines. Jamás serán tan cómodos y presentables como el primer día. Con el uso y el lavado las pelotillas lucharán por ocupar más espacio que el propio calcetín. Tenemos cajones con pelotillas suficientes para tejer un jersey ¿Crees que los ricazos, sean deportistas o no, usan los calcetines más de una vez? Me cuesta creerlo.
Pero esto es algo relativamente nuevo. Algo más propio de este siglo XXI. En los 50 y 60 los jugadores lavaban sus propias camisetas. En los 80 y 90 los uniformes eran sagrados y se cuidaban. Mucho.
Esta semana se ha vendido una de esas camisetas míticas de Michael Jordan. Si bien la noticia te puede parecer una de tantas ‘camiseta de Jordan subastada por tropecientos millones’, la historia que hay detrás de esa camiseta tiene su miga y su moraleja. Y no precisamente de índole deportiva.
Se ha comprobado mediante fotografías que esta camiseta fue usada por Michael Jordan durante un lapso de cinco meses durante la quinta temporada en la que Jordan ganó un campeonato, desde diciembre de 1996 hasta abril de 1997, durante cinco meses en quince ciudades diferentes. Que esta camiseta haya sido usada por Michael Jordan durante un período de tiempo tan largo, en el apogeo de su celebridad, así como de su dominio en el baloncesto, es solo uno de los elementos que hacen de esta camiseta una de las piezas más impresionantes que jamás haya salido a la luz del quizás mejor que ha jugado a este deporte.
17 partidos. 15 ciudades. 5 meses. Michael Jordan.
¿Sabes quién era Jordan en 1996 y 1997? Probablemente la persona más conocida de un planeta que en ese momento contaba con unos siete mil millones de humanos. Decir que era famoso y millonario es quedarse muy corto. Jordan tenía una influencia descomunal. Era el mejor en lo suyo a varios cuerpos de distancia de los demás. Lo que imaginase dentro y fuera de la pista se convertía en realidad. Era como un Dios y por tanto lo que tocase se convertía en oro que vender al mejor postor.
Pero entonces ni él ni nadie necesitaba cambiar de camiseta cada treinta minutos. Sus utilleros transportaban, preparaban, lavaban y volvían a transportar, preparar y lavar su camiseta por todo Estados Unidos. Así hasta al menos diecisiete veces, porque se sospecha que esta camiseta subastada por Sotheby’s se utilizó en un total de veinte partidos durante aquella temporada, aunque solo se ha podido comprobar de forma fidedigna en los mencionados diecisiete.
Dos camisetas rojas usó Jordan durante toda aquella temporada regular. Dos camisetas en cuarenta y un partidos que pasaron a la historia porque los Bulls terminaron con una descomunal marca de 69-13. En 2024 ni siquiera un alevín federado utiliza su camiseta de juego en veinte partidos.
No cuento esto como una loa a Jordan. Lo cuento como el reflejo de una era que se fue para no volver jamás. Lo escribo por recordarme que no necesitamos cambiar tanto de todo. Que la vida puede ser más sencilla.
Buen martes.
—Elio
PD: La camiseta protagonista de este texto ha sido la cuarta camiseta NBA más cara de la historia, 4,68 millones de dólares. Por detrás de los 10,1 millones de la camiseta del propio Jordan del Game 1 de las Finales deThe Last Dance; de una camiseta usada y firmada por Kobe Bryant durante la temporada 2007-08 por 5,8 millones; y de la camiseta usada por Wilt Chamberlain con los Lakers durante las Finales de 1972 por 4,9 millones.
PD2: ¿Quieres leer o escuchar más cosas de los Bulls de Jordan? Por si te lo perdiste en su momento, aquí.
En el club que juegan mis hijos les dan una equipación para toda la temporada, bueno “dar” es un eufemismo, las pago.