Me ha costado demasiado ponerme con la última entrega del Cuaderno de las Finales. Desde que empecé con esta tradición en 2019 ha sido la primera vez que se han necesitado siete entregas para completar una serie anual y que yo he tardado tantas horas en darle al botón de “enviar”.
Necesitaba procesar lo sucedido. Al fin y al cabo solo ha sido la quinta ocasión en treinta años que unas Finales han llegado al Game 7 y la séptima en total que yo he vivido algo así en las casi cuatro décadas que llevo siguiendo la NBA.
El día histórico, el momento esperado, el partido soñado. Algo de lo que pocas veces eres testigo, no ya a lo largo de un año, sino de una vida.
Pero…
Tengo el cuerpo medio cortado. El partido ha sido bueno, la serie ha sido histórica, los playoffs de un altísimo nivel.
Pero…
La lesión de Tyrese Haliburton. No se trata de que la conversación a partir de ahora vaya ser siempre un «si no se hubiera lesionado Haliburton, ¿habrían ganado Pacers o Thunder?». Se trata de que un contratiempo así, una lesión tan grave, en mitad de un séptimo partido de unas Finales NBA, machaca al más pintado. Si te afecta como espectador, cómo no va a afectar a compañeros y rivales.
Yo estuve ahí cuando Durant se rompió el Aquiles en un Game 5. Cuando Klay se hizo polvo la rodilla en un Game 6. Dos lesiones que silenciaron pabellones y destrozaron un proyecto. Ahora el destino nos regala algo todavía más duro. Porque a los Warriors les quedaba un Stephen Curry sano y habían ganado tres de los anteriores cuatro títulos.
A los Pacers les ha pasado en el Game 7, en el momento que más cerca han estado de ganar su primer anillo tras medio siglo en la NBA. Me cuesta encontrar una crueldad mayor para un jugador y un equipo.
A esta hora no hay parte médico oficial, pero todos sabemos que Haliburton se ha desgarrado el Aquiles. Como Jayson Tatum y Damian Lillard en estos playoffs. Como James Wiseman y Isaiah Jackson, jugadores de los Pacers, a comienzos de curso. Tres Aquiles durante las eliminatorias por el título. Ocho a lo largo de toda la temporada. Es un nuevo récord de la liga.
¿Qué está pasando? No lo sé. Pero es una mierda. Es una mierda saber que Pacers, Celtics y Bucks estarán disminuidos toda la 25-26, que el año que viene habrá algún otro Aquiles y que hoy nos hayamos quedado sin un final de temporada más feliz nombre del campeón al margen.
El partido
Qué contar del partido. Qué decir sobre dos conjuntos que lo han dado todo y más hasta el último momento.
En los seis primeros ataques vimos tres tapones entre los dos equipos. Haliburton metió tres triples en los apenas siete minutos que tuvo piernas. Caruso volvía a resultar fundamental tanto en ataque como en defensa. Oklahoma City apenas perdía balones. Indiana no dejaba de luchar pese a la caída en combate de Tyrese.
47–48 al descanso. ¿Podrían ganar los Pacers fuera de casa sin su máxima estrella? No, le echaron mucho de menos cuando el asunto se puso más cuesta arriba que nunca. Si la trayectoria del partido ya marcaba una clara tendencia en cuanto a quién iba a tener más posesiones que el rival, el tercer cuarto dictó sentencia.
Los Pacers, con mucho tesón y una tremenda incapacidad a la hora de crear buenas posiciones de tiro, resistieron hasta el 70–66 gracias a 10 puntos consecutivos de T.J. McConnell. Y claro, McConnell es bueno, pero no es un Dios del baloncesto capaz de sostener a su equipo de forma indefinida.
Un parcial de 20–2 plagado de triples, asistencias, tapones y, sobre todo, defensa descomunal y robos por doquier, rompió el partido. Los Pacers eran incapaces de anotar —8 canastas durante los primeros 15 minutos de la segunda parte— y los locales apretaban y apretaban. En la pista y en la grada. Se llegó al 90–68 y todos sabíamos que sin Haliburton esta vez no habría milagro porque la defensa de OKC volvía a mostrar su auténtico nivel: una de las mejores de la historia.
Indiana se acercó a 10 puntos y ganó de uno el cuarto periodo, pero la desventaja que habían encajado minutos antes no se reducía lo suficiente como para que los nervios florecieran entre los jóvenes Thunder. En última instancia era imposible perder un partido en el que gracias a su esfuerzo defensivo, a los 8 tapones, a los 14 balones robados y a las 21 pérdidas provocadas, habían dispuesto de 17 tiros más que el rival.
Los Thunder, merecidamente, se proclamaban campeones de la temporada 2024–25 de la NBA. El primer título de esta franquicia desde que llegó a Oklahoma vía Seattle allá por 2008. ¿El primero de varios?
Los Thunder
En esta era de la paridad, de los siete campeones diferentes en siete años, tal vez sea una osadía plantear esa posibilidad. Lesiones, resultados inesperados, mejora de los rivales o ajustes económicos necesarios han sido los obstáculos insalvables de los anteriores ganadores del título.
Fíjate. Todos pensábamos que los Celtics repetirían en 2025. Por el momento llevan un mes de vacaciones, no contarán con su mejor jugador el año que viene y se avecinan cambios en la plantilla que no necesariamente son para mejorar a corto plazo.
Ocurren cosas y Oklahoma City no está exento de que el deporte no siempre premia al mejor preparado.
Pero los Thunder están en una situación envidiable:
Cabeza de serie más joven de la historia (2024)
Finalistas Copa NBA (2024)
Tienen a un MVP de 26 años
Tienen un All-NBA y All-Defensive de 24 años
Segundo campeón NBA más joven de la historia (2025)
Cuarto equipo con más victorias (84) en toda la historia de la NBA (2025)
Dos elecciones de primera ronda en el Draft 2025
Hasta cuatro elecciones de primera ronda en el Draft 2026
Infinidad de elecciones durante los siguientes años
Sam Presti ha montado el monstruo final:
Un equipo dominante en temporada regular de 68 victorias
Un bloque defensivo que cambia el paradigma actual de ataque y triples
Un conjunto joven que sobrevive a dos Game 7 en unos mismos playoffs y sale campeón
Una plantilla económica para lo que se ve por ahí, imprescindible para navegar en el farragoso mar de reglas económicas de la liga
Más activos que ninguna otra franquicia a 6–8 años vista en forma de jugadores buenos y jóvenes además de futuros novatos
Si lo pensamos bien podemos asegurar que en el caso de que Presti acertase con el 25% de las elecciones del Draft los Thunder podrían estar en este ciclo virtuoso sine die: acumulando rondas del draft a futuro, plantilla plagada de jóvenes talentos y victorias en la cancha.
¿El MVP?
El cuarto jugador que gana el título de máximo anotador, el MVP de la temporada, el MVP de las Finales y el anillo de campeón en una misma temporada viste la camiseta de los Thunder. Los anteriores te sonarán:
Kareem (1971)
Jordan (1991, 1992, 1996, 1998)
Shaq (2000)
Shai Gilgeous-Alexander ha completado una de las mejores temporadas individuales de siempre. Otros históricos han tenido campañas más bestias en puntos, rebotes, asistencias, triples, en votos recibidos al MVP o en sensaciones de ser el mejor y más dominante del mundo. Sin embargo Shai ha unido al rendimiento individual supremo (¿se puede hacer mejor?) el liderazgo de un equipo descomunal que ha cumplido con todos los objetivos y que, objetiva y estadísticamente, ha completado una temporada digna de un Top-5 DE TODA LA HISTORIA.
Sin exagerar nada de nada.
Los Pacers
No hay victorias morales. ¿O sí? Lo que han ofrecido los Pacers durante estos playoffs, que hayan sido coprotagonistas de unas Finales inolvidables de siete partidos y que a Haliburton le haya ocurrido esto en un Game 7 garantizan que en el imaginario colectivo estos Pacers han tocado techo.
Claro que se recordará esta temporada como el anillo de los Thunder, pero la gente inmediatamente también hablará de los Pacers de Haliburton, Siakam, Nembhard, Nesmith, Turner, Toppin, McConnell, Mathurin y el maestro Carlisle. Los Pacers de 2025 ya son eternos. Como los Thunder.
Buen lunes.
—Elio
Post data 1
Quiero darte las gracias por haber estado ahí toda esta temporada leyendo boletines, participando en los comentarios, entrando en los grupos de Discord y Telegram o jugando en la Fantasy.
Tras mi salida de nbamaniacs, el proyecto de 82 partidos arrancó días antes de que el curso 2024–25 diese el pistoletazo de salida. Desde entonces han pasado ocho meses y he enviado 80 boletines contando la NBA desde mi punto de vista. Gracias por haberme acompañado en este trayecto.
En los próximos días y semanas habrá tiempo de hablar de lo de Durant, de los Suns, del Draft y del mercado de fichajes que arrancará en julio. Mucho que contar desde aquí. Si no eres suscriptor te animo a que lo seas. Claro, que te voy a decir yo, pensarás. Pero no te lo diría si no estuviera convencido de que 82 partidos merece la pena:
Post data 2
No falló el 40 before 20. El pronóstico más fiable de la NBA en las últimas décadas volvió a cumplirse. Los Pacers lo pusieron en jaque, pero Haliburton no tuvo ocasión de decir la última palabra. ¿O hubiese dado igual?