No hubo flashback al pasado
La serie estaba igualada a más no poder en lo que a resultados se refería: 1–1. Sin embargo en el ambiente flotaba la sensación de que el resultado era engañoso y que en realidad no habíamos visto mucha competición.
Los Thunder habían dominado el marcador durante el 98% de los minutos de los dos primeros encuentros. El 1–1 era simplemente producto de otro milagro más de un equipo especializado en remontar partidos perdidos.
Se podía oler un 4–1 por parte de Oklahoma, como había ocurrido muchas otras veces en las Finales cuando un favorito se llevaba una torta en el estreno para luego acabar enlazando cuatro triunfos seguidos. Ocurrió en 2012 (Miami sobre Oklahoma City), en 2001 (Lakers sobre 76ers) o en 1991 (Bulls sobre Lakers). El aroma de pasar de un 0–1 a un 4–1. Un clásico de series de playoffs.
Bueno, no será así esta vez.
No hay tanta distancia como pensábamos
Por primera vez en toda la serie hemos visto un partido de Finales competido de poder a poder durante todo el encuentro. Alternativas en el marcador, ningún equipo capaz de distanciarse hasta tal punto de romper la noche, gran nivel de las estrellas en ambos conjuntos y paridad en cuanto a rendimiento ofensivo y defensivo. En definitiva, sensación de igualdad, de que cualquier equipo se podía llevar el Game 3 porque los dos estaban al mismo nivel, algo que no sentimos en ningún momento de los dos choques disputados en el Paycom Center.
Si del primer duelo podíamos recomendar ver el último cuarto y del segundo apenas un resumen amplio ya que todo fue dominio de Thunder combinado con un quiero y no puedo de los Pacers, de la tercera entrega de las Finales 2025 la recomendación a quien no lo haya visto es que eche un vistazo los 48 minutos.
116–107 ganaron los Pacers ante unos enfervorecidos aficionados que no veían in situ un partido de Finales desde el año catapún. (Catapún = 2000).
Una defensa agotadora y democracia suplente en ataque
¿Cómo ganaron los Pacers? En general la receta fue la misma que hemos visto hasta ahora basada en la intensidad durante cuatro cuartos y el reparto constante de tiros en ataque. La gran diferencia, a mi juicio, llegó desde dos frentes.