Hay equipos y general managers que prefieren ir a lo seguro, sin arriesgar demasiado. No son los casos de Elton Brand en los 76ers o Masai Ujiri en los Raptors. Ambos apostaron muy fuerte esta temporada creando dos candidatos al título y Toronto ha llegado tan lejos como para poder pensar en un anillo.
Mariano Galindo.
Julio de 2018. La noticia salta y se convierte en un bombazo, tanto por el protagonista de la misma, por su destino y por las partes implicadas. Se conoce en ese día 18 de julio que los Raptors han adquirido vía traspaso a Kawhi Leonard. No, no es la ciudad donde La Garra quiere recalar, con otras plazas como Los Ángeles en su lista de preferencias.
Pero él, en rebeldía con los Spurs toda la 2017-18 no es dueño de su destino. Y San Antonio, tras una campaña de alejamiento absoluto de su estrella, solo 9 partidos disputados —ahora hemos sabido que Leonard había perdido la confianza en la franquicia— lo envía lejos. Muy lejos. A Canadá. A cambio, los Spurs reciben a Jakob Poeltl y DeMar DeRozan, el jugador franquicia de los Raptors, al que dijeron días antes que tranquilo, que de Toronto no se movía. Puso rumbo a San Antonio, denostado, desolado.
Pero son solo negocios, sí. Los sentimentalismos en la NBA no sirven. Hay honores posteriores, homenajes, ovaciones y retiradas de camisetas, pero en el día a día, lo que no funciona se intenta cambiar. Y Masai Ujiri, presidente de los Raptors, creía que algo fallaba y ya se había quitado de encima a Dwane Casey, Mejor Entrenador del Año, líder del Este al final de la temporada regular, algo inédito en la historia de los Raptors, pero de nuevo derrotado, por tercer curso seguido, por LeBron James. Un 4-0 en las semifinales del Este y la incapacidad ya casi eterna de los de Ontario para competir precipitó todo.
No valía con haber caído en las semifinales también de 2017, o con tocar el cielo de las Finales del Este de 2016 (4-2 contra los Cavaliers, claro). Ni valía la excusa de LeBron James como pesadilla, que lo era (¿recuerdan lo de LeBronto?). Había que hacer algo.
Después de liquidar a Casey y apostar por su asistente en los últimos años, un Nick Nurse siempre a la sombra como segunda espada, un tipo que se tuvo que labrar la carrera en ligas secundarias de Europa y en la G League, la reconstrucción veloz para el éxito inmediato siguió de la mano de Leonard. Y tenía que ser veloz porque Kawhi, intachable profesional en Canadá, podía estar solo un curso en los Raptors. Con la capacidad de usar la player option para salirse de su contrato y ser agente libre el 1 de julio de 2019—algo que sucederá presumiblemente aunque luego continúe en Toronto—, los Raptors no podían dejar pasar la ocasión única de ganar, de vencer, de trascender.
Quizá solo había una bala, una campaña, un todo o nada que no solo podía salir bien en el plano deportivo, sino que quizá podía significar que Leonard siguiera. Con una franquicia perdedora poco le puedes ofrecer a una estrella, pero la cosa cambia si le colocas en los escenarios de élite.
Objetivo cumplido: primeras Finales NBA
Diez meses después de adquirir a Leonard, los Raptors están en las primeras Finales NBA de su historia. Un relato de playoffs marcado por La Garra, por aquella canasta en el Game 7 de las semifinales de Este contra los 76ers, por su impresionante capacidad de producción anotadora (31,2 puntos por duelo, su tope profesional) y por manera en la que se ha echado Canadá a los lomos. Incluso cojo debido a lo que parece una tendinitis.
Kawhi ya sabe lo que es ganar un anillo, sabe lo que es jugar unas Finales de la NBA y sabe lo que es ser MVP. Para Toronto, todo lo que empieza el jueves 30 de mayo contra los Warriors es nuevo. Pero decir que han llegado exclusivamente ahí por Leonard sería impreciso. Ya saben las estrellas solas no pueden. Gran parte del salto de los Raptors tiene la firma de Leonard, pero el éxito también ha estado en aprovechar lo que había de tiempos pasados y en ajustar todo con incorporaciones esenciales.
El resto de la tropa
Se le ha criticado hasta la extenuación por ser un jugador que rinde peor cuando llega el momento de la verdad, los playoffs. Suya fue una frase que ilustró la necesidad de Toronto de ser un colectivo, de no ser un monólogo de Leonard. Fue tras una derrota contra Philadelphia en las semifinales del Este. “Tenemos que ayudar a Leonard”. Y lo hicieron.
Los playoffs del base, del que se rumoreó su salida en el mercado de invierno, han sido formidables por momentos. Ha manejado la nave canadiense con la tempura y la calidad propia del veterano que es. Por fin Kyle Lowry ha estado donde se le esperaba, como estrella y líder en cierta manera de Toronto, al lado de Leonard.
Él encabeza la lista de jugadores que siguieron del anterior proyecto y donde sobresale igualmente Serge Ibaka, en plena madurez profesional y cuya experiencia en las Finales (OKC 2012) deberá ser un punto de fuelle para Toronto. Ibaka ha brillado atrás y la defensa junto con Marc Gasol sobre Joel Embiid en momentos del duelo contra los 76ers fue determinante para entorpecer las operaciones del pívot camerunés.
Al lado de esta pareja de exitosos jugadores, quizá los más fieles reflejos de que la época anterior a Nurse y Leonard no fue un calvario pero sí que adolecía de un nivel extra más, otras piezas pretéritas han dado un resultado formidable a los de Ontario.
Freed VanVleet, perfecto ejemplo de que no siempre se necesita el Draft y pasar por él para triunfar. Entró en Toronto como profesional y sin hacer ruido en el verano de 2016 y tras un curso de novato sin grandes alardes, dio el golpe en la 2017-18 convirtiéndose en la revelación de Toronto. Sensacional escudero de los titulares, ha tenido fogonazos imprescindibles durante las Finales del Este. Una de las fichas de repuesto, o de titular si se quiere, más rentables y provechosas de la historia contemporánea de Toronto.
Y es joven, como Paskal Siakam, otro que llegó en 2016, aunque sí vía Draft (posición 27), y que ha tenido una progresión en Toronto estable y mimada. Candidato a Jugador Más Mejorado, su 2018-19 ha sido brutal, con 16,9 puntos y 6,9 rebotes de media en temporada regular y 18,7 tantos y 7,0 rebotes en los playoffs, de momento. Siempre de titular.
OG Anunoby, otro perla joven y al que solo una inoportuna apendicitis ha mermado en esta pelea por el anillo, aunque se espera que pueda estar en las Finales, o Norman Powell, 41% acierto en triples en estos playoffs, son parte del presente y del futuro de Toronto. Pero ese futuro pasa, primero por las Finales de la NBA y directa e indirectamente relacionado con ello, por Leonard.
La guinda era Marc
Danny Green llegó junto con Leonard desde Texas y ha sido un jugador importante en el quinteto titular conformado por La Garra, Lowry, Siakam, él mismo y Marc Gasol. Las estadísticas, tan caprichosas si solo se atiende a ellas para entender las cosas, no hablan de la labor de Green, agente libre en verano y cuyo destino, dicen diversas fuentes, podría ir ligado a lo que haga Leonard.
Y el de Marc Gasol. Ha sido la guinda del proyecto, el remate final que faltaba, adquirido en febrero desde el cementerio deportivo en el que se había convertido Memphis. Llegar a unas Finales NBA es el premio para una carrera de constancia de Marc, siempre en Memphis y con demasiados disgustos recientes. El pívot arrancó su andadura en Toronto más desempeñado en la labor defensiva. Tuvo luces y sombras y desde su mal partido en el 2-0 contra los Bucks, todo fue hacia arriba. Su capacidad para anotar, defender, rebotear y entender el juego desde su atalaya ha sido un puntal clave para los esquemas de Nurse, que ha conseguido definitivamente sacar provecho arriba y abajo a uno de los pívots más solventes de la competición.
Futuro en el aire
Gasol, con player option para la 2019-20 de 25,59 millones de dólares, tiene el porvenir en su mano, pero su decisión estará marcada en cierta medida por las Finales y por lo que haga o deje de hacer Leonard. Si La Garra sigue, es un proyecto ganador a todas luces y durante cursos y cursos. Y si sigue habrá que rodearle como se ha hecho ahora de un grupo potente. Muchos querrán ir a Toronto, que como mínimo habrá jugado las Finales de 2019 y que será candidato a todo.
Si no sigue Leonard, si se va a los Lakers o los Clippers, por poner dos posibilidades reales encima de la mesa, Toronto deberá en cierta medida empezar de nuevo. Pero una cosa nadie le va a quitar a la franquicia: jugarán sus primeras Finales de la NBA.
Han triunfado. Quizá las mieles de gloria solo duren un curso, lo de Leonard sea un amor de verano que acabe y en octubre vuelva a hacer frío. O quizá de aquella operación a un año vista de Leonard, que ahora entra en su escenario último como es el de las Finales de la NBA, salga una relación más duradera, una boda, una vida juntos.
Disfrutemos el presente. Empiezan las Finales.
Pase lo que pase el movimiento de Ujiri por Leonard es digno de aplauso. Si se va Leonard al menos pueden decir que él les ha llevado más lejos que en toda su historia y mucho más lejos que otros equipos que siguen a verlas venir. Y no olvidemos que, aunque se vaya, Toronto parecía haber tocado techo con el núcleo anterior, por lo que cambios de importancia tenía que haber. Maestro Ujiri.
Gran artículo. Y gran historia la de Toronto para acabar llegando a las Finales esta temporada. Un equipo que ya es historia de la franquicia.