El texto de hoy necesita acompañamiento. Puede ser un café. O una cerveza. Pero no voy por ahí.
Me refiero a los siete primeros minutos del episodio del podcast que publiqué ayer. Puedes escucharlos antes o después de leer lo que viene a continuación.
Resulta que DeMar DeRozan está haciendo una temporada brutal. Tan bestia que en estos días se ha convertido en el segundo jugador de la historia de los Bulls con al menos seis partidos seguidos de 35 puntos.
Ya sabes quién fue el primero. MJ.
Pues a DeRozan le comentaron el otro día este hecho a ver qué pensaba y lo que dijo me llamó la atención. Más allá de la típica respuesta de deportista profesional, había que leer entre líneas.
Dijo que era un honor estar en el mismo lugar que uno de los mejores de todos los tiempos y más ahora que juega para los Bulls.
«Uno de los mejores de todos los tiempos».
Eso es lo que dice DeRozan sobre Michael Jordan en el año en el que está jugando con la camiseta de Chicago Bulls.
¿No te llama la atención? ¿No debería decir —y no nos extrañaría que lo dijese— que es un honor hacer números como los del mejor jugador de todos los tiempos? Sería lo lógico. Por lo dicho: por jugar en los Bulls, por costumbre y por el historial de Jordan. Pero esa no fue su respuesta.
Creo que la frase de DeRozan es una prueba más de la influencia tan grande que ya tiene LeBron James sobre varias generaciones. Pasan los años y Michael Jordan va estando más lejos en el tiempo. Mientras tanto LeBron continúa siendo un candidato perenne al MVP desde hace 15 años o más y tiene cuatro anillos con tres equipos diferentes.
Por eso cada vez más jugadores que no vieron jugar a Jordan no hablan como generaciones anteriores cuando Jordan estaba en un pedestal inalcanzable y lo que se escribió a los pies de su estatua se trataba como dogma de fe.
“The best there ever was. The best there ever will be.”
Buen miércoles.
—Elio
PD: El episodio de ayer es el número 121. Está aquí.