Cada vez me gustan más las canchas de colores para los partidos de Copa. Sigo detestando las azules y rojas —aunque estas últimas han mejorado algo esta temporada—, pero el resto me ponen en ambiente. Hoy el partido es diferente.
Decíamos a mediados de octubre que para los Rockets esta era una «temporada de descubrimiento». Pues yo creo que ya podemos dar por hecho que estamos ante un proyecto claramente al alza que este año dará mucha guerra y al que solo le faltan un par de aciertos de importancia en los despachos para, en el futuro, convertirse en candidato al título.
Houston ha ganado hoy en Minnesota por 111-117 tras una prórroga y un emocionante partido, que es justo lo que le pedimos a la Copa. Los Rockets llegaron a dominar por 18 en el tercer cuarto, tras un parcial 15-38 se vieron 5 por debajo restando tres minutos y a partir de ahí consiguieron que los Wolves no anotasen más y forzaron el tiempo extra.
Alperen Sengun fue el gran protagonista de la noche con sus 22 puntos, 10 rebotes y 11 asistencias. Rudy Gobert no pudo frenarle en una de las jugadas definitivas —acción que Sengun remató con la celebración del too small— y el francés incluso recibió un poderoso tapón de Jabari Smith Jr. del estilo de los que a él le gusta poner.
En estos momentos Houston cuenta con la quinta mejor marca de la NBA, 13-6 (68,4% de victorias, dato fabuloso).
Los Bucks reviven
Después de un inicio de curso decadente y desesperante, los Bucks han enderezado el rumbo. Lo han hecho cuando debían —y podían— hacerlo. Ante una marca de 2-8, el calendario les daba una oportunidad para reengancharse al tren del Este gracias a una combinación de rivales asequibles y predominancia de partidos en casa: