El pasado viernes 5 de julio el sol pegaba en Flint, Míchigan, de la misma manera que las tragedias suelen golpear a esta pequeña urbe del norte de los Estados Unidos: con virulencia, sin tregua. Caminar, entre tanto asfalto, se convertía en una aventura y la gente conducía encerrada en sus coches con aire acondicionado, ventanillas subidas y pocas gana…
© 2025 Elio Martínez
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